jueves, diciembre 14, 2006

La luz y la memoria

A la salida del bar nos recibe un brillante sol de mediodía. No se si es eso, o el ruido que provocan aún en mis oídos las palabras de Bernales lo que me mantiene en un insoportable estado de mareo. Mientras caminamos sin rumbo definido se va haciendo cada minuto más palmaria la desagradable paradoja que representa el tipo que tengo a mi lado: hace un rato atrás, Bernales constituía, para mí, talvez la única posibilidad de algún futuro relativamente digno; pasó ese rato y, tras él, sin anestesia y con calculada frialdad me ha puesto en evidencia la vaciedad de mi pasado, la tibieza de mis convicciones ( si es que alguna vez las tuve), la inutilidad de mis esfuerzos ( si es que alguna vez los hice), lo fútil que era todo aquello que consideré tan valioso alguna vez .
Dice Kundera que uno desea ser dueño de su pasado; entrar en ese laboratorio en donde se retocan la fotografías y se reescriben las biografías y la historia. Bernales tiene la llave de mi laboratorio y sospecho que deberé pagar un precio por obtenerla.
Finalmente, creo, no era tanto el brillo del sol del mediodía que me cegaba, era más bien lo oscuro que estaba allá adentro.
Me despedí fríamente de Bernales, quien prometió comunicarse conmigo al día siguiente para entregarme novedades. Para asegurarme que no tuviera excusas en mi ubicación, le entregué una tarjeta de visita: la miró por ambos lados y se despidió con una sonrisa y, cuando había caminado algunos pasos giró y me gritó: ¡¡mañana hablamos, señor Consultor!!.
Hijo de puta

2 comentarios:

Eulalia dijo...

Me he liado y empecé a leer por - ¿el principio? - el final, creo.
Así que ahora releo.
Un beso.

Eleuterio Gálvez, el cónsul temerario dijo...

Sr. Solís:
Vamos a ver si estavez don Blogger me permite comentar. Si al cabo Ud. puede leer esto, significa que sí; y si no, no, capici?
Yo, sin perder la compostura no los buenos modales -soy un caballero y eso, A Ud. le consta- le digo, y sin ánimo de aconsejarle: Cuídese de Bernales.
Le saluda,
Eleuterio Gálvez